
“La discapacidad me enseñó que nunca hay nada definido con anticipación”
El kinesiólogo firmatense Juan Pablo Rossarola, creador de la Fundación Tendiendo Puentes, habla de todo.
Su infancia, su pasión, su presente y los proyectos de cara al futuro con Las Lobas y el deporte adaptado.
Firmat
Para mí Firmat fue un lugar en el mundo, porque tengo los mejores y mayores recuerdos, ya que hace 31 años estoy fuera de la ciudad. Acá transcurrió toda mi infancia, mi adolescencia, acá está la historia de mis abuelos que tuvieron una presencia importante en mi vida y en la de mi familia; obviamente mis padres que son el norte de mis valores y mis principios.
Recuerdo la calle Urquiza cuando se podía jugar en la vereda, a media cuadra del club Firmat donde hice Básquet desde premini hasta cadetes menores. Pototo Real y Oscar Denipotti, grandes y entrañables personas, las cuales fueron dejando un montón de cosas en la época que los profes se abocaban mucho a la formación de valores más allá del deporte, fueron muy importante las colonias de vacaciones del club Firmat, muy memorables por la calidez y la calidad de todos los servicios.
Firmat históricamente fue un lugar que tuvo dos grandes instituciones como clubes, grandes contenedores sociales como Firmat y Argentino, con una estructura y una variedad de servicios, poco usual hasta el día de hoy. Eso fue un valor agregado que marcó mucho esa época, y uno trató de trasmitírselo a los hijos, las verdaderas amistades, esos amigos de esas tardes interminables que a uno le tenían que apagar la luz para que se fuera del club. Después pasé a Argentino con todo lo que eso implica, y pude estar en los dos equipos de Liga Nacional, en dos momentos muy fuertes de la ciudad. Fue una época de oro que realmente ha dejado recuerdos imborrables.
Pasión
Mi única y gran pasión fue el básquet, yo entendía que la vida empezaba y terminaba en una escuelita de básquet, y hoy lo extraño y lo vivo en el buen sentido a través de la pasión que eso ha generado en mis hijos, en poder ir a verlos. El básquet ha marcado un punto de quiebre en la vida nuestra y siempre es invitado a la mesa.
El club Argentino me permitió seguir jugando al básquet fuera de Firmat, que fue un período importante para poder después dedicarme a la kinesiología. En esto tengo que ser generoso y recordar a Mario Capobianco, un colega que también en aquel entonces era colega jugando al básquet, y la primera proximidad a la profesión la tuve a través de ver lo que hacía Mario vinculado al deporte y que hoy compartimos el mismo espacio en Venado Tuerto cada uno dedicándose a su especialidad.
Profesión
Cuando dejé de jugar al básquet me instalé en Córdoba y empecé a cursar la carrera de kinesiología. Todo el mundo podía suponer que uno iba a seguir ligado al deporte, pero fue la parte de neurología, neurorehabilitación y la discapacidad pediátrica, fundamentalmente, la que me atrapó.
Lo que me hizo inclinarme a esa especialidad fue la complejidad en sí, el desafío que genera la discapacidad y establecer puentes de comunión con el paciente y con la persona más allá de la patología, el hecho de no estigmatizar a una persona por el diagnóstico, por los problemas, ver más allá, la cercanía, cómo lo puede manifestar, cómo vive la vida desde ese lugar.
Desafío de mejorar
La discapacidad a mí me enseñó personalmente que nunca hay nada definido con anticipación, nada está totalmente dicho, siempre hay una vuelta para dar, aún en los casos más extremos, siempre hay algo por hacer, hay que reinventar la situación, creo que es ese el verdadero desafío que plantea la discapacidad.
Cómo hacer para que una persona pueda manifestar lo que siente, que tenga la posibilidad de reinsertarse socialmente. Uno aprende y se nutre de eso, hay casos que son emblemáticos, la posibilidad de poner nuevamente una persona de pie, con respecto a la vida, es el desafío en sí mismo de lo que hacemos, eso fue lo que más me enseñó de esta parte de la disciplina de la especialidad.
Fundación Tendiendo Puentes
Cuando mi esposa estaba en tercer año y yo en cuarto, nació nuestro hijo mayor, Juan Cruz, o sea que los graduados en kinesiología fuimos tres: mi esposa, mi hijo y yo. En esa situación nos instalamos en Tucumán, y cuando ya estábamos bien posicionados y habíamos desarrollado un espacio de rehabilitación pediátrica, en el 2007 decidimos volver al pago. Realmente los afectos pudieron más.
Mi esposa es de Santa Fe, y yo de Firmat. Estábamos a 1.000 km de nuestras familias sin ningún grupo de pertenencia y sin ningún lazo familiar. Decidimos iniciar el regreso, nadie entendía nada.
El punto de encuentro fue Venado Tuerto, y tomamos la decisión de instalarnos con la grata noticia de que venía Francisco con nosotros que tenía 8 meses. Veníamos a un lugar que no conocíamos donde la especialidad no estaba presente como el trabajo que nosotros veníamos realizando en Tucumán de manera integral, en equipo interdisciplinario, de alguna manera era todo un cambio de paradigma.
Empezamos a trabajar, a tener presencia, y en ese contexto decidimos armar en el año 2008 la Clínica de Rehabilitación Neurológica Infantil (CRENI) que fue el primer centro de Venado Tuerto con la modalidad interdisciplinaria, todas las disciplinas que rodeaban a la discapacidad pediátrica, en un solo lugar.
En el 2015 empezamos a vislumbrar cómo cada vez más familias perdían los beneficios sociales y había cada vez más chicos con patologías neurológicas en situación de vulnerabilidad social que quedaban fuera del sistema, literalmente. En ese momento, CRENI empezó a recibir esta problemática y no podíamos darle respuesta. Con mi esposa y mi hermano menor que es contador decidimos armar la Fundación Tendiendo Puentes, un anhelo nuestro que es el brazo social de CRENI, donde poder incorporar a la gente que estaba fuera del sistema.
Elegimos tres programas para poder hacer visible la Fundación: el primero era el programa de Orientación Laboral, para la inserción al mercado laboral activo de personas con discapacidades; el segundo fue el programa de Deporte Adaptado, donde surge en primer lugar una escuela de tenis adaptado que funciona con 26 alumnos, y en paralelo, y al mes de tener la apertura de la escuela de deportes, surgió la situación de Las Lobas, donde el contacto llegó por las redes sociales, a través de las cuales ellas exteriorizaron la situación que estaban atravesando con la quita de todo tipo de ayuda y subsidios, una situación de extrema vulnerabilidad.
Justo estábamos desarrollando un hogar y Centro de Día totalmente adaptado para personas con discapacidad en Venado Tuerto y le llevo a mis socios la inquietud de hospedar a Las Lobas. Lo pudimos llevar adelante, traslado la inquietud a los clubes de Venado Tuerto, y Centenario es el primer club que nos abre la puerta, después se suman Atenas y el club Ciudad, el municipio de Venado Tuerto se hace eco de esto y nos da un apoyo significativo en logística, y así lo llevamos adelante a tal punto que después de 24 años pudimos organizar nuevamente un evento internacional en el básquet adaptado femenino. Y ahora la participación de Las Lobas en la apertura del 31.° Juego de las Estrellas de la Liga Nacional, que fue todo un acontecimiento porque es la primera vez que el básquet adaptado forma parte de un evento del básquet convencional.
Eso nos ha dado una visibilidad importante que nos permite de alguna forma sostener los otros programas de la Fundación.
Alumbrar sería el tercer programa que trata la inclusión del discapacitado carenciado que es aquel que está en riesgo social y que está totalmente afuera del sistema. Se articulan los tres programas y se retroalimentan.
Sueños
Nosotros tenemos un sueño compartido con mi hijo Juan Cruz, que es poder desarrollar en Venado Tuerto o en la región el primer centro de alto rendimiento con deportes adaptados, creo que ese es el proyecto, básicamente porque me parece que es la posibilidad de poder compartir con un hijo el desarrollo de un sueño.
Nota extraída de El Correo de Firmat